BARRIO SIN NOMBRE
Puerto Limón- Costa Rica
Me ha herido la vida con sus garras
pero insisto en seguir
como la guerrera que soy.
Mía Gallegos
En
mi vecindario el ruido
era
el roce de un blues,
abrasivo
y penetrante.
Un
toque musical
que
trasladaba de sitio las puertas
y
las ventanas de ese barrio.
Aquella
calle ancha y sorda,
reinventaba
el mejor escenario.
Ahí
se desvestían, precarias, las ilusiones.
Los
niños crecíamos mascando la indiferencia
donde
ronca el pavimento sus ocasos.
Nos
rebelábamos en fantasías:
ser
piratas en un mar y otro.
La
marea mecía nuestros cuerpos
al
filo de las rocas,
como
si fuéramos un pincel en las manos del océano,
para
volver de algún sitio donde las carencias
eran
invisibles.
Y
así, finalmente,
reparar
las bisagras de los sueños.
Afuera,
mientras jugábamos,
la
vida movía sus aromas por los
patios
comunales del vecindario.
El
olor acalorado del chile panameño y del jengibre
viajaron
desde otros países hasta puerto Limón,
como
si cargaran un lenguaje
donde
la brisa parecía decir algo,
entre
las hojas de plátano y ñampí,
hasta
mezclarse en el aire
con
el olor del arroz cantonés
en
una columna de hermandad.
El
barrio sin nombre
tenía
algo en común con aquellos niños.
Un
nombre que no se concretó en ningún registro.
Los
“hijos naturales” éramos como ese barrio:
una
lista aparte
con un desmantelamiento escolar
a la vista de todos.
Un
arrecife que la arena se tragó por la vergüenza.
Pero
juntos nos consolábamos cada mañana
con
el abrazo tibio de sus calles
y
el deseo indestructible de inventarnos otro mundo.
*Los
hijos naturales son los nacidos fuera del matrimonio
y no llevan el apellido del padre. Era así
hace años.
Julia Hernández
De mi libro Boleto al Caribe
2018
--- poema luciernaga
Comentarios
Por favor... es una maravilla!!!
De lo mejor que he leído en mucho tiempo.
Tierno, hermoso, mágico, emotivo...
Te felicito!!!
Mi aplauso.
Besos.
Besos al alma.
Lo amo, me encanta.